Jardines Delacour

- porque en el fondo sabes que era yo el que te montaba aquellas búsquedas del tesoro. Siempre terminabas encontrándo el tesoro.. solían ser joyas que encontraba o relíquias baratas robadas..

Sonrió de forma elegante y divertida

Paul vió como dentro de poco la perdería de vista y alzó la voz

- disculpeme.. solo quiero conocerla.. quiero una oportunidad. Olvide que soy un criado.. soy un hombre.. ¿no? y vós una mujer bella.. vengaa.. solo una cena

El rostro de Paul se iluminó y sonrió de forma encantadora.

- genial.. seré puntual. Y..y os traeré flores.. os alegraréis de haberme dado la oportunidad, señorita Delacour.. palabra de Paul Walker, el corsario.

Paul a las 8 menos cuarto ya estaba en el centro del laberinto. Se había puesto sus mejores ropas y habia preparado una mesa con un par de velas y una flor en un jarrón. Le traía un ramo.
Se sentó a esperar mientras ensayaba bonitas sonrisas

Paul se puso de pie tan deprisa que se mareó. Sacudió la cabeza y hizo una reverencia. La acompañó a su silla modesta y la ayudó a sentarse. Luego se sentó él y le sirvió algo de comida

- gracias por acudir a la cita

- ¿esperabas algo.. distinto?

Preguntó ensanchando su sonrisa hasta formar la más preciosa que había enseñado en los últimos años. Miró a la chica. Era preciosa..
Sonrió sintiéndose afortunado y empezó a comer.

- está bueno ¿eh?

Murmuró al terminar de tragar el bocado. Se relamió los labios y se fortó la barriga para bromear y hacerla reir.

- manjar de dioses

- servidor -

Dijo tomando otro bocado con una sonrisa que irradiaba luz própia. Era cierto, cuando uno pasaba largas temporadas en alta mar, había de aprender a valerse de su cocina.
Se sentía orgulloso de si mismo. Miró a la mujer con alegría

- os gusta .. lo veo en vuestros brillantes ojos

- Y bien.. ahora que hemos terminado de llenar nuestros delicados estómagos.. ¿osaríais compartir un baile conmigo, señorita Delacour?

Susurró poniéndose en pie y tendiéndole la mano después de hacer una elegante reverencia de príncipe de novela rosa.

Paul sonrió con su mejor sonrisa

- 21 años son muchos para pensar en una velada romantica con la noble más hermosa de la zona.. ¿no creéis?

Preguntó tomándola con delicadeza de la cintura y con la otra mano, de su mano, para empezar a bailar una canción lenta que provenía de un baile que habían organizado los padres de Rosalie. Ahí sólo asistían ricachones.. no había lugar para los críados, a los que hacían llevar máscara.

Paul de pequeño solía colarse en esos bailes con una máscara para servir como camarero y poder ver como bailaban. Jamás lo confesó, pero pasaba noches en los establos aprendiendo a bailar solo.

Paul daba pasitos pequeños y suaves a cada movimiento de baile, siguiendo la valada a la perfección y guiando a la chica a través de un baile sin fin. La miró a los ojos de vez en cuando y luego miró por encima de su hombro, dándo un pequeño tirón para que quedaran más cerca. Rozó su oreja con la de ella y cerró los ojos, disfrutando de la suave brisa que soplaba y de la luz de las velas.

- podéis temerme.. aunque yo jamás os haría daño..

Paul sonrió de forma discreta al ver como ella se relajaba y disfrutaba del baile. A lo mejor solo era un criado, pero le gustaba ver que podía encantar a una princesa y hacerse pasar por príncipe.

- decidme.. ¿aún pensais lo mismo de mi?

Susurró agarrándola con delicadeza de la cintura y alzando una mano para hacerla dar una vuelta y acercársela de nuevo.

- me está gustando esta recompensa.. y más si viene con sorpresa final..

Insinuó apoyando su frente en la de ella de manera dulce. Buscó con sus ojos los de ella y sonrió de forma encantadora. Esa mujer era como la niña que recordaba sólo que más crecidita

- este vestido os senta fenomenal..